lunes, 8 de diciembre de 2014

Alumnos en mesa de examen y trimestres que adeudan


Período Diciembre 2014 – Febrero 2015
Francoise Dolto

Materia: Prácticas del lenguaje / Año: 1º 2º

Fecha de la mesa: Martes 16/12 / Horario: 7.30

Cantidad de alumnos: 9

  • Gasetti Federico: 1º T/ 3º T
  • Ibañez Lucas: 2º T / 3º T
  • Korsog La Greca Nahuel : 1º T/ 3º T
  • Poggi Juan Sebastián: 3º T
  • Cuebas Tobías: 1º T /2º T/ 3º T
  • Martínez María Luján:1º T/ 2º T / 3º T
  • Medina Luna: 2º T/ 3º T
  • Reichen Aixa: 3º T

  • Victtorioso Micaela: 2º T /3º T

  • DEBAJO ENCONTRARÁN LOS CONTENIDOS A EVALUARSE 







Contenidos a evaluarse en mesas de Dic 2014 y Feb. 2015

domingo, 9 de noviembre de 2014

Modelo de repaso para la Integradora

Eval Pract Leng 1º2º (18!11!2014) Integradora Modelo de Repaso by samaisurense

lunes, 13 de octubre de 2014

Cuento policial para trabajar en clase Nº 5



 LA MARCA DEL GANADO de Pablo De Santis (ADAPTADO)

El primer animal apareció en el campo de los Dosen y a nadie le hubiera llamado la atención de no haber estado tan cerca del camino y con la cabeza colgando. Fue a fines del 82 o principios del 83, me acuerdo porque hacía pocos meses que había terminado la guerra de Malvinas y todos hablábamos del hijo del veterianrio Vidal, su padre, quien para escaparle al dolor de perder un hijo se entregó de lleno al trabajo. Vidal fue quien investigó cada una de las reses mutiladas que empezaron a aparecer desde entonces. Al principio los Dosen le echaron la culpa al Loco Spica, un viejo inofensivo que andaba cazando nutrias y gritando goles por el campo, con una radio portátil que había dejado de funcionar hacía un cuarto de siglo. El viejo Spica podía matar algo para comer, pero nunca hubiera hecho algo así: la cabeza casi seccionada, tiras de cuero arrancadas de una manera muy rara, como si el animal se hubiera convertido en un objeto investigación o de un ritual satánico. Finalmente se demostró que él no había sido ya que las mutilaciones de los animales continuaron una vez que el viejo Spica ya había fallecido.Lo cierto es que nuestro comisario, Baus, fue a buscar al veterinario Vidal para que estudiara las marcas y tratara de encontrar alguna pista. El comisario parecía desconcertado.
A partir de entonces, el bar que heredé de mi padre y en el que hoy trabajo, se convirtió en una especie encuentro para debatir sobre cuál era el motivo de las mutilaciones. A nadie le importaba una vaca de más o de menos, porque acá cuestan poco y nada, pero asustaba imaginar al culpable, solo, en la noche, derribando al animal con un golpe en la cabeza, inventando formas distintas para cortarlo, etc. Yañéz, el mecánico, creía que lo hacía una secta. Soria, el jefe de estación de trenes, creía que era por la culpa de algún ser extraterrestre. Baus, el comisario, si es que tenía alguna teoría no se la contaba a nadie. Una noche, cuando le pregunté quién creía que lo hacía, me respondió tranquilo: es uno de nosotros.
¿Pero quién? Porque aquellas mutilaciones no traían ningún beneficio ni seguían un plan reconocible. Podían caer en el campo de cualquiera, y tampoco dentro de su locura seguían un sistema determinado.
Hubo casos más espectaculares que otros, y de una ejecución más arriesgada, como el ternerito que apareció colgado en la finca de los Dorey, muy cerca de la casa. Los Dorey no oyeron nada, los perros apenas ladraron y se callaron enseguida. A la mañana se encontraron con el ternero colgado de una rama.
Durante todo ese tiempo, aun mientras los otros policías invadían su lugar, el comisario Baus siguió investigando. Las mutilaciones se convirtieron en una obsesión para él. A veces lo veía, por las noches, en la comisaría, bajo los tubos fluorescentes, los mapas del campo extendidos en la mesa, con los sitios donde habían aparecido los animales encerrados en círculos rojos, intentaba adivinar el próximo caso. El comisario sufría, por eso yo tuve la tentación de entrar de noche en la comisaría para apartar los mapas y las grabaciones y decirle la verdad. No hubiera servido de nada, porque él ya había hecho algo tan grande con aquellas vacas muertas, había construido con paciencia un gran misterio que no encerraba sólo al culpable sino a todos, que nada de lo que yo le dijera lo hubiera dejado contento. La verdad le hubiera parecido insuficiente; y si yo hubiera hablado, pero no hablé, lo habría considerado un engaño, una estúpida mentira.
De todos en el pueblo quizás yo era el único que no tenía pero ninguna teoría. Todas me parecían verosímiles y creíbles en algún aspecto. Nunca tuve ninguna idea sobre la causa de las mutilaciones, nunca investigué nada, y si llegué a la verdad fue por casualidad.
Un día volvía, un poco borracho de la casa de unos primos que quedaba a cuarenta y cinco kilómetros del pueblo. Mis primos me habían invitado a dormir pero como no soporto camas ajenas decidí agradecer la invitación pero volver a casa. La noche estaba clara y desde lejos vi la vieja camioneta Ford de Vidal, detenida a un costado del camino, con los faros apagados. Pensé que se le había quedado el motor. Entonces detuve el auto y me bajé dispuesto a ayudarlo. Dije “buenas noches, doctor”, pero Vidal no me respondió. Cuando me acerqué, vi con claridad al veterinario que, inclinado sobre la res abatida, practicaba los cortes con pulso firme. Vidal empuñaba con firmeza el viejo bisturí alemán con sus iniciales en el mango, sin preocuparse por que yo lo observaba. Era tal su indiferencia que yo me sentí culpable por estar allí, por invadir la ceremonia privada que nunca llegaría a comprender.
No dormí esa noche, y abrí el bar más tarde de lo habitual, y cuando ya a las cuatro, cuando empezaban a llegar los muchachos, quise decirles la verdad, me di cuenta de que no había llegado el momento oportuno. Esperé que hablaran, que expusieran sus teorías, sus ovnis, sus sospechas; cuando el último terminara de hablar, yo, callado hasta ese entonces, diría la verdad y ellos me oirían en silencio. Pero luego decidí comentarlo el día siguiente.
Al otro día tampoco me pareció que era el momento oportuno. Me gustaba escucharlos hablar, e inventar teorías acerca de las mutilaciones.
Pasaron tres semanas desde la noche en que vi la Ford de Vidal junto al camino hasta la mañana en que el veterinario entró a mi establecimiento para tomar una grappa. Después de tomarla de un trago me preguntó por qué no había hablado. Le dije que no era asunto de mi incumbencia y pareció aceptar mi respuesta como algo razonable; era evidente que él también pensaba que el asunto no era de la incumbencia de nadie más, más que la de él. Me costaba hablar con él, me daba cierto pudor, como si fuéramos cómplices de alguna situación no sólo espantosa, sino también ridícula, pero al fin pregunté por qué, dije sólo por qué, incapaz de terminar la pregunta.
El veterinario dejó dos monedas en la mesa y me respondió. Dijo que siempre había sido un buen veterinario. Después las cosas cambiaron. A su hijo le tocó primero la marina, luego una base naval en el sur, y finalmente la guerra de Malvinas. Él lo esperó sin optimismo y sin miedo hasta que una mañana un Ford Falcon blanco de la marina con una banderita en la antena se detuvo frente a su casa. Él lo vio llegar desde la ventana. Del auto bajó un joven oficial que caminó con lentitud hacia la puerta. Golpeó la puerta, lo saludó y después le tendió con torpeza una carta con los colores patrios en una esquina, cruzados por una cinta negra. La mano del joven oficial temblaba al sostener la carta donde decía que el hijo del doctor Vidal había sido tragado por el mar.
Fue allí, según sus palabras, que el doctor Vidal descubrió algo que hasta ese entonces se le había ocultado: el mundo era maligno, y no podía pasar este hecho por alto. El mundo era maligno y para el mundo no existía ninguna armonía ni ninguna verdadera curación posible. Sintió que la cura era una falta a la verdad. Siguió sanando a los animales, porque era su trabajo y no sabía hacer otra cosa, pero decidió dejar en la noche y en los campos una marca, la señal de qué él sabía en realidad que no había salvación para este mundo tan cruel. Entonces se dedicó a curar pero también a matar y a mutilar, a dejar en la noche las letras sangrientas de su mensaje. Aunque nunca dijo destinado a quién.
Yo lo había escuchado en silencio, sin interrumpirlo ni hacerle ninguna otra pregunta, y no lo saludé ni me saludó cuando se fue. No sé si la explicación tuvo algo que ver, pero a partir de allí hubo menos casos, uno cada tres semanas, no más...
Diario: La Nación - Fecha de publicación: 17/06/2002
Sección del diario: Crónicas del país (Publicado en Edición impresa)
En La Pampa ocurren muertes misteriosas de ganado vacuno
Lo hallan eviscerado, con cortes limpios.





SANTA ROSA.- Sin explicación, desde hace un mes se suceden en varios campos de La Pampa misteriosas muertes de vacunos, cuyos cuerpos presentan mutilaciones de órganos practicadas con un procedimiento desconocido que produce cortes cauterizados. Desde el 15 del mes último se contabilizaron 36 casos y nadie pudo determinar aún cómo ni quién faenó los animales. Los veterinarios que analizaron los cortes quirúrgicos no encuentran explicación natural y coinciden en que el asunto escapa a sus conocimientos.
El 15 de mayo, en un campo cercano a Macachín, un productor rural halló una vaca muerta y denunció en la comisaría las extrañas circunstancias que rodeaban el asunto. El consternado campesino narró que el cuerpo parecía cocinado y presentaba perfectos cortes en la cabeza, de la que habían sido extraídos los globos oculares, un oído completo, toda la piel y la musculatura del maxilar, la lengua, el esófago y la tráquea.
También faltaban la ubre y los genitales. Los cortes eran rectos y limpios y las heridas estaban cauterizadas, "como causadas por un elemento caliente", denunció el productor.
Más de 30 casos similares fueron denunciados, sin que nadie pudiese aportar una explicación lógica. El miércoles último, tres especialistas de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Nacional de La Pampa, de General Pico, realizaron la autopsia al cuerpo de una vaca muerta en circunstancias similares.
Dubarri es el coordinador del Laboratorio Regional de Senasa quien sostuvo que los sucesos tenían más que ver con "un fenómeno extranatural, porque escapa a lo que nosotros conocemos, como la actividad de depredadores, abigeos o cazadores furtivos", dijo.
Este fenómeno, que intriga por igual a chacareros, investigadores médicos, policías y autoridades, ha sido relacionado por los pobladores con avistajes de luces y objetos extraños en el cielo, lo que les sugiere la hipótesis de objetos voladores no identificados (OVNI). También circula una versión sobre un engendro de la mitología popular local llamado chupacabras, que succiona por la fuerza la leche de las vacas.
Las extrañas mutilaciones (que comenzaron a principios de mayo, en Salliqueló) suceden en una amplia superficie que abarca el centro y sudeste de La Pampa. Según el relevamiento realizado por LA NACION, en un mes se habían sucedido 36 casos.
Otros veterinarios que han analizado animales mutilados son Juan Manuel Ostertag y Raúl Noceda, ambos de General Acha, y José Cassavilliani, de La Adela. Los tres coinciden en que "los casos muestran notables similitudes, como que los animales aparecen con la cabeza quemada, sin una gota de sangre, y les faltan todos los órganos sensoriales". Además, las vacas no ofrecen resistencia a los ataques. No se constatan huellas ni indicios de lucha o desorden en torno del animal.



Material de lectura (para el hogar)

Cuento policial para trabajar en clase Nº 4



UN DÍA DESPUÉS
de Vicente Battista
(Adaptación)
Miré una vez más la foto: un rostro juvenil, de ojos grandes, labios sensuales y pelo agresivamente negro. Era una belleza insolente, a mitad de camino entre la inocencia y la perversidad.
Se llama Mercedes Gasset y va a estar en el hotel Los Faraones, el sábado, al mediodía.
Asentí con un movimiento de cabeza. Me entregaron el cincuenta por ciento de lo pactado y el pasaje de ida y vuelta. Dijeron que confiaban en mí, que el resto lo recibiría al final del trabajo. Asentí otra vez y pregunté si habían pensado en un sitio en especial. Uno de ellos dijo que la Cueva de los verdes podría ser el lugar adecuado y agregó que no me costaría mucho llevarla hasta ahí. Realmente me tenían confianza. Supe que era hora de despedirse. En un par de días tendría que volar a Lanzarote para encontrarme con Mercedes Gasset.
El vuelo fue tranquilo, debí soportar un compañero de asiento que había resuelto mitigar su soledad, o el miedo a las alturas, contándome el encanto de las Islas Canarias. Le concedí un par de aprobaciones y simulé un sueño reparador. No me interesaban las islas y jamás había estado en Lanzarote, sólo tenía una vaga referencia por un cuento, o cierto capítulo de novela, en donde un hombre se encontraba con una mujer joven, para disfrutar del fin de semana. También yo iba a encontrarme con una mujer joven, pero no iba a disfrutar del fin de semana; iba a matarla.
La vi en el lobby del hotel. Se paseaba de un lado a otro, indecisa; aunque no parecía buscar a nadie. Finalmente se acercó a la barra y pidió un vaso de leche fría. El azabache de su pelo resultaba más inquietante que en la fotografía.
- No es el mejor modo de combatir la ansiedad – dije.
Me miró; sonrió levemente.
- ¿Quién le ha dicho que estoy ansiosa?
- No hay más que verte – contesté.
- ¿Psicólogo?
- Curioso.
Habíamos roto las barreras. Dijo que se llamaba Patricia; por alguna razón ocultaba su nombre, debía cuidarme. Dijo que era madrileña.
- Uruguayo – mentí.
Establecidas las reglas del juego, entretuvimos la tarde hablando tonterías.
- Si me prometés cambiar la leche por un Rioja digno de nosotros, esta noche cenamos juntos.
- ¿Y si no? - preguntó.
- Nos encontraríamos para el café.
- Ya no tengo ansiedad - dijo y volvió a sonreír -. A las nueve, aquí mismo.
La vi marcharse. Esa muchacha me gustaba más de la cuenta; mi oficio prohíbe ese tipo de gustos. Pensé que un whisky doble expulsaría el mal sentimiento, lo bebí de un trago, pero la muchacha me seguía gustando. Miré la hora, faltaban unos minutos para las siete. Acaso dormir ayudaría. Pedí la llave de mi habitación y ordené que me llamaran a las ocho y media.
Fue puntual, virtud infrecuente en las mujeres jóvenes y bonitas. Caminaba con estudiada despreocupación, usaba un vestido de tela liviana que le acentuaba las formas. Tuve la fantasía de que algunas horas después se lo iba a quitar.
- Magnífica - dije por todo saludo y llamé al barman. Dijo que no iba a beber. Le recordé la promesa; agregó que sólo bebería vino, durante la comida. Parecía una niña obediente; fuimos hacia la mesa.
Elegimos una exquisita carne de ternera, rociada con salsa de champiñones y acompañada de arroz blanco. Supe que en la bodega del hotel había Vega Sicilia y no vacilé: iba a ser su última cena; merecía el mejor de los vinos. Lo gozamos hasta la última gota y sirvió para recrear nuestras mentiras. Dijo que estaba en la isla con el propósito de recoger material para un futuro trabajo acerca de la identidad canaria. Quiso saber de mí. Me inventé una profesión liberal y un desengaño amoroso, dije que no quería hablar ni de una cosa ni de la otra. A la hora del café y el coñac, le confesé que me gustaba más de la cuenta y por primera vez, a lo largo de la noche, estaba diciendo la verdad.
Luego fuimos a mi habitación. La besé lentamente y el minúsculo vibrar de su piel me hicieron comprender que no había errado el camino. Ahí me quedé. Cada vez me gustaba más. Era una pena quitar al mundo a una muchacha así; la abracé casi con cariño. Se quedó dormida de inmediato. Estuve mucho tiempo mirando el techo y pensando en esas desarmonías, ajenas a uno, que lamentablemente no tienen arreglo. Recordé a De Quincey: "Si alguien empieza por permitirse un asesinato pronto no le dará importancia a robar, del robo pasará a la bebida y a la inobservancia del día del Señor, y acabará por faltar a la buena educación y por dejar las cosas para el día siguiente".
Un par de horas más tarde ella abrió los ojos y me dijo algunas cosas que ahora prefiero olvidar. Le pregunté si conocía la Cueva de los Verdes y le propuse una excursión a la mañana siguiente. Dijo que sí. No sabía que estaba firmando su sentencia de muerte.
Un simple estuche de máquina fotográfica fue el refugio ideal para la Beretta 765, con silenciador incluído. Tomé un café sin azúcar, de camino a la cueva de los verdes. Habíamos decidido encontrarnos ahí a las diez de la mañana. La descubrí mezclada con un contingente turístico. Seguimos al guía y nos enteramos de que estábamos ingresando en una cueva que, trescientos años atrás, había construido la lava volcánica. Era un túnel que se prolongaba por kilómetros y kilómetros y del que apenas se habían explorado algunos miles de metros.
- Alguna vez fue refugio de los guanches - dijo a media voz.
- ¿Los guanches? - pregunté.
- Los primeros habitantes de la isla - completó.
- "Y ahora será tu tumba", pensé, con dolor. Conseguí que cerrásemos la marcha de los entusiasmados turistas y así anduvimos entre las tinieblas. Algunos temas de Pink Floyd y unas pocas luces de colores, astutamente distribuídas, le daban el toque fantasmagórico que el sitio precisaba. Los hijos de puta de mis clientes habían sabido elegir el lugar: un cadáver podría permanecer ahí por largo tiempo, hasta que el mal olor de su putrefacción lo delatase. Pensé que ese cadáver iba a ser el de Mercedes y sentí un ligero malestar. Decidí terminar el trabajo de una vez por todas y me detuve, con la excusa de ver algo. El contingente siguió su marcha, ignorándonos. Abrí el estuche fotográfico.
- Aquí no se pueden sacar fotos – bromeó.
- No pienso sacar fotos – dije.
La Beretta en mi mano obvió cualquier otro comentario.
- No entiendo - dijo y había sorpresa en su espanto.
- No es necesario que entienda – dije.
- Hay un error - dijo, casi suplicante - Tiene que haber un error.
Dije que en estos casos nunca hay errores y apreté el gatillo. Se oyó un sonido corto y seco. Mercedes intentó decir algo, pero todo quedó reducido a un gesto de dolor y desconcierto. En mitad de su frente, casi a la altura de sus cejas, comenzó a bajar un hilo de sangre. Di un paso atrás y vi cómo su bello cuerpo se derrumbaba para siempre. Con ternura la llevé hasta el rincón más escondido de la cueva y la cubrí con cenizas de lava. Me sacudí las manos y la ropa, comprobé que no había señales delatorias y caminé rápido hacia donde estaba el contingente. Habían pasado menos de diez minutos. Nadie reparó en su ausencia: estaban encantados jugando con el eco, una de las maravillas de esa cueva de la muerte.
Los pasos siguientes serían de pura rutina: debía desprenderme del arma y de la documentación fraguada. En Barcelona tendría tiempo de afeitar mi barba tirar a la basura los anteojos de falso documento. Entré en el hotel pensando en una ducha fría. Iba a pedir la llave de mi cuarto, cuando escuché una voz femenina, sus palabras, me enmudecieron.
- Me llamo Mercedes Gasset – oí -. Hay una reserva a mí nombre. Tenía que haber llegado ayer.
Giré la cabeza y la vi. Ojos grandes, labios sensuales y pelo agresivamente negro: era mi víctima, la real, que llegaba con un día de atraso. Pidió un whisky. Pensé en Patricia, sola en la Cueva de los Verdes, cubierta de ceniza de lava; sentí un odio feroz por esta impostora e imaginé para ella un final innoble e inmediato. Diga lo que diga De Quincey, no hay que dejar las cosas para el día siguiente. Me acerqué y le dije que ése no era el mejor modo de combatir la ansiedad - Sonrió.


  • Sobre el contexto en donde se desarrolla la historia del cuento:


Lanzarote: Isla del archipiélago de las Islas Canarias (España) que se se en el Océano Atlántico

  • Sobre el autor:
Vivente Battista: Escritor y periodista argentino. Nació en 1940 en Bs. As. Desde 1963 hasta 1970 integró la revista literaria “El escarabajo de oro” y en 1971 fundó y dirigió la revista “Nuevos Aires”. En 1973 se trasladó a españa, vivió en Barcelona y Canarias hasta 1984. En 1995 con su novela Sucesos Argentinos ganó el premio de la Editorial Planeta. Actualmente vive en Bs. As. y es colaborador del diario Clarín.

  • Vocabulario (palabras y frases):
Insolente:Orgulloso, insolente, desvergonzado.
Lanzarote: Isla del archipiélago de las Islas Canarias (España) que se se en el Océano Atlántico.
Mitigar: Moderar, disminuir, aplacar algo, suavizar algo.
Lobby del hotel: Hall central del hotel.
Azabache: de color negro intenso.
Madrileña: Que nació en Madrid, España.
por un rioja: Por un vino.
Vega Sicilia: Tipo de Vino
Vacilé: dudé.
Identidad canaria: se refiere a investigar sobre la indetidad cultural de las personas que nacieron en las Islas Canarias.
profesión liberal: profesiones que requieren del intelecto y que se desarrollan en libertad
señales delatorias: señales que lo pudieran delatar.
Fraguada: adulterada, cambiada
Eco: repetición de un sonido varias veces continuas en el aire
Impostora: alguien que finge y engañ
Innoble: No noble, bastante ruin (ruin: despreciable)

Cuento policial para trabajar en clase Nº2

PORTUGUESES
de Rodolfo Walsh

1)
El primer portugués era alto y flaco.
El segundo portugués era bajo y gordo.
El tercer portugués era mediano.
El cuarto portugués estaba muerto.
2)
-¿Quién fue? -preguntó el comisario Jiménez.
a. Yo no -dijo el primer portugués.
b. Yo tampoco -dijo el segundo portugués.
c. Ni yo -dijo el tercer portugués.
El cuarto portugués estaba muerto.
3)
Daniel Hernández puso los cuatro sombreros sobre el escritorio.
El sombrero del primer portugués estaba mojado adelante.
El sombrero del segundo portugués estaba seco en el medio.
El sombrero del tercer portugués estaba mojado adelante.
El sombrero del cuarto portugués estaba todo mojado.
4)
-¿Qué hacían en esa esquina? -preguntó el comisario Jiménez.
a. Esperábamos un taxi -dijo el primer portugués.
b. Llovía muchísimo -dijo el segundo portugués.
c. ¡Cómo llovía! -dijo el tercer portugués.
El cuarto portugués dormía la muerte dentro de su grueso sobretodo.
5)
-¿Quién vio lo que pasó? -preguntó Daniel Hernández.
a. Yo miraba hacia el norte -dijo el primer portugués.
b. Yo miraba hacia el este -dijo el segundo portugués.
c. Yo miraba hacia el sur -dijo el tercer portugués.
El cuarto portugués estaba muerto. Murió mirando al oeste.
6)
-¿Quién tenía el paraguas? -preguntó el comisario Jiménez.
a. Yo tampoco -dijo el primer portugués.
b. Yo soy bajo y gordo -dijo el segundo portugués.
c. El paraguas era chico -dijo el tercer portugués.
El cuarto portugués no dijo nada. Tenía una bala en la nuca.
7)
-¿Quién oyó el tiro? -preguntó Daniel Hernández.
a. Yo soy corto de vista -dijo el primer portugués.
b. La noche era oscura -dijo el segundo portugués.
c. Tronaba y tronaba -dijo el tercer portugués.
El cuarto portugués estaba borracho de muerte.
8)
-¿Cuándo vieron al muerto? -preguntó el comisario Jiménez.
a. Cuando acabó de llover -dijo el primer portugués.
b. Cuando acabó de tronar -dijo el segundo portugués.
c. Cuando acabó de morir -dijo el tercer portugués.
Cuando acabó de morir.
9)
-¿Qué hicieron entonces? -preguntó Daniel Hernández.
a. Yo me saqué el sombrero -dijo el primer portugués.
b. Yo me descubrí -dijo el segundo portugués.
c. Mi homenaje al muerto -dijo el portugués.
Los cuatro sombreros sobre la mesa.
10)
a.. Entonces ¿qué hicieron? -preguntó el comisario Jiménez.
b. Uno maldijo la suerte -dijo el primer portugués.
c. Uno cerró el paraguas -dijo el segundo portugués.
d. Uno nos trajo corriendo -dijo el tercer portugués.
El muerto estaba muerto.
11)
a. Usted lo mató -dijo Daniel Hernández.
b. ¿Yo señor? -preguntó el primer portugués.
c. No, señor -dijo Daniel Hernández.
d. ¿Yo señor? -preguntó el segundo portugués.
e. Sí, señor -dijo Daniel Hernández.
12)
-Uno mató, uno murió, los otros dos no vieron nada -dijo Daniel Hernández.
Uno miraba al norte, otro al este, otro al sur, el muerto al oeste. Habían convenido en vigilar cada uno una bocacalle distinta para tener más posibilidades de descubrir un taxímetro en una noche tormentosa.
"El paraguas era chico y ustedes eran cuatro. Mientras esperaban, la lluvia les mojó la parte delantera del sombrero."
"El que miraba al norte y el que miraba al sur no tenían que darse vuelta para matar al que miraba al oeste. Les bastaba mover el brazo izquierdo o derecho a un costado. El que miraba al este, en cambio, tenía que darse vuelta del todo, porque estaba de espaldas a la víctima. Pero al darse vuelta, se le mojó la parte de atrás del sombrero. Su sombrero está seco en el medio, es decir, mojado adelante y atrás. Los otros dos sombreros se mojaron solamente adelante, porque cuando sus dueños se dieron vuelta para mirar el cadáver, había dejado de llover. Y el sombrero del muerto se mojó por completo al rodar por el pavimento húmedo."
"El asesino usó un arma de muy reducido calibre, un matagatos de esos con que juegan los chicos o que llevan algunas mujeres en sus carteras. La detonación se confundió con los truenos (esa noche hubo una tormenta eléctrica particularmente intensa). Pero el segundo portugués tuvo que localizar en la oscuridad el único punto realmente vulnerable a un arma tan pequeña: la nuca de su víctima, entre el grueso sobretodo y el engañoso sombrero. En esos pocos segundos, el fuerte chaparrón le empapó la parte posterior del sombrero. El suyo es el único que presenta esa particularidad. Por lo tanto es el culpable."
El primer portugués se fue a su casa.
Al segundo no lo dejaron.
El tercero se llevó el paraguas.
El cuarto portugués estaba muerto.
Muerto.
FIN

Cuento para trabajar en clase Nº1


EL CRIMEN CASI PERFECTO de Roberto Arlt *

La coartada de los tres hermanos de la suicida fue verificada. Ellos no habían mentido. El mayor, Juan, permaneció desde las cinco de la tarde hasta las doce de la noche (la señora Stevens se suicidó entre siete y diez de la noche) detenido en una comisaría por su participación imprudente en una accidente de tránsito. El segundo hermano, Esteban, se encontraba en el pueblo de Lister desde las seis de la tarde de aquel día hasta las nueve del siguiente, y, en cuanto al tercero, el doctor Pablo, no se había apartado ni un momento del laboratorio de análisis de leche de la Erpa Cía., donde estaba adjunto a la sección de dosificación de mantecas en las cremas.
Lo más curioso de caso es que aquel día los tres hermanos almorzaron con la suicida para festejar su cumpleaños, y ella, a su vez, en ningún momento dejó de traslucir su intención funesta. Comieron todos alegremente; luego, a las dos de la tarde, los hombres se retiraron.
Sus declaraciones coincidían en un todo con las de la antigua doméstica que servía hacía muchos años a la señora Stevens. Esta mujer, que dormía afuera del departamento, a las siete de la tarde se retiró a su casa. La última orden que recibió de la señora Stevens fue que le enviara por el portero un diario de la tarde. La criada se marchó; a las siete y diez el portero le entregó a la señora Stevens el diario pedido y el proceso de acción que ésta siguió antes de matarse se presume lógicamente así: la propietaria revisó las adiciones en las libretas donde llevaba anotadas las entradas y salidas de su contabilidad doméstica, porque las libretas se encontraban sobre la mesa del comedor con algunos gastos del día subrayados; luego se sirvió un vaso de agua con whisky, y en esta mezcla arrojó aproximadamente medio gramo de cianuro de potasio. A continuación se puso a leer el diario, bebió el veneno, y al sentirse morir trató de ponerse de pie y cayó sobre la alfombra. El periódico fue hallado entre sus dedos tremendamente contraídos.
Tal era la primera hipótesis que se desprendía del conjunto de cosas ordenadas pacíficamente en el interior del departamento pero, como se puede apreciar, este proceso de suicidio esta cargado de absurdos psicológicos. Ninguno de los funcionarios que intervinimos en la investigación podíamos aceptar congruentemente que la señora Stevens se hubiese suicidado. Sin embargo, únicamente la Stevens podía haber echado el cianuro en el vaso. El whisky no contenía veneno. El agua que se agregó al whisky también era pura. Podía presumirse que el veneno había sido depositado en el fondo o las paredes de la copa, pero el vaso utilizado por la suicida había sido retirado de un anaquel donde se hallaba una docena de vasos del mismo estilo; de manera que el presunto asesino no podía saber se la Stevens iba a utilizar éste o aquél. La oficina policial de química nos informó que ninguno de los vasos contenía veneno adherido a sus paredes.
El asunto no era fácil. Las primeras pruebas, pruebas mecánicas como las llamaba yo, nos inclinaban a aceptar que la viuda se había quitado la vida por su propia mano, pero la evidencia de que ella estaba distraída leyendo un periódico cuando la sorprendió la muerte transformaba en disparatada la prueba mecánica del suicidio.
Tal era la situación técnica del caso cuando yo fui designado por mis superiores para continuar ocupándome de él. En cuanto a los informes de nuestro gabinete de análisis, no cabía dudas. Únicamente en el vaso, donde la señora Stevens había bebido, se encontraba veneno. El agua y el whisky de las botellas eran completamente inofensivos. Por otra parte, la declaración del portero era terminante; nadie había visitado a la señora Stevens después que él le alcanzó el periódico; de manera que si yo, después de algunas investigaciones superficiales, hubiera cerrado el sumario informando de un suicidio comprobado, mis superiores no hubiesen podido objetar palabra. Sin embargo, para mí cerrar el sumario significaba confesarme fracasado. La señora Stevens había sido asesinada, y había un indicio que lo comprobaba: ¿dónde se hallaba el envase que contenía el veneno antes de que ella lo arrojara en su bebida?
Por más que nosotros revisáramos el departamento, no nos fue posible descubrir la caja, el sobre o el frasco que contuvo el tóxico. Aquel indicio resultaba extraordinariamente sugestivo. Además había otro: los hermanos de la muerta eran tres bribones.
Los tres, en menos de diez años, habían despilfarrado los bienes que heredaron de sus padres. Actualmente sus medios de vida no eran del todo satisfactorios.
Juan trabajaba como ayudante de un procurador especializado en divorcios. Su conducta resultó más de una vez sospechosa y lindante con la presunción de un chantaje. Esteban era corredor de seguros y había asegurado a su hermana en una gruesa suma a su favor,; en cuanto a Pablo, trabajaba de veterinario , pero estaba descalificado por la Justicia e inhabilitado para ejercer su profesión, convicto de haber dopado caballos. Para no morirse de hambre ingresó en la industria lechera, se ocupaba de los análisis.
Tales eran los hermanos de la señora Stevens. En cuanto a ésta, había enviudado tres veces. El día del “suicidio” cumplió 68 años; pero era una mujer extraordinariamente conservada, gruesa, robusta, enérgica, con el cabello totalmente renegrido. Podía aspirar a casarse una cuarta vez y manejaba su casa alegremente y con puño duro. Aficionada a los placeres de la mesa, su despensa estaba provista de vinos y comestibles, y no cabe duda de que sin aquel “accidente” la viuda hubiera vivido cien años. Suponer que una mujer de ese carácter era capaz de suicidarse, es desconocer la naturaleza humana. Su muerte beneficiaba a cada uno de los tres hermanos con doscientos treinta mil pesos.
La criada de la muerta era una mujer casi estúpida, y utilizada por aquélla en las labores groseras de la casa. Ahora estaba prácticamente aterrorizada al verse engranada en un procedimiento judicial.
El cadáver fue descubierto por el portero y la sirvienta a las siete de la mañana, hora en que ésta, no pudiendo abrir la puerta porque las hojas estaban aseguradas por dentro con cadenas de acero, llamó en su auxilio al encargado de la casa. A las once de la mañana, como creo haber dicho anteriormente, estaban en nuestro poder los informes del laboratorio de análisis, a las tres de la tarde abandonaba yo la habitación que quedaba detenida la sirvienta, con una idea brincando en el magín: ¿y si alguien había entrado en el departamento de la viuda rompiendo un vidrio de la ventana y colocando otro después que volcó el veneno en el vaso? Era una fantasía de novela policial, pero convenía verificar la hipótesis.
Salí decepcionado del departamento. Mi conjetura era absolutamente disparatada: la masilla solidificada no revelaba mudanza alguna.
Eché a caminar sin prisa. El “suicidio” de la señora Stevens me preocupaba (diré una enormidad) no policialmente, sino deportivamente. Yo estaba en presencia de un asesino sagacísimo, posiblemente uno de los tres hermanos que había utilizado un recurso simple y complicado, pero imposible de presumir en la nitidez de aquel vacío.
Absorbido en mis cavilaciones, entré en un café, y tan identificado estaba en mis conjeturas, que yo. que nunca bebo bebidas alcohólicas, automáticamente pedí un whisky. ¿Cuánto tiempo permaneció el whisky servido frente a mis ojos? No lo sé; pero de pronto mis ojos vieron el vaso de whisky, la garrafa de agua y un plato con trozos de hielo. Atónito quedé mirando el conjunto aquel. De pronto una idea alumbró mi curiosidad, llamé al camarero, le pagué la bebida que no había tomado, subí apresuradamente a un automóvil y me dirigí a la casa de la sirvienta. Una hipótesis daba grandes saltos en mi cerebro. Entré en la habitación donde estaba detenida, me senté frente a ella y le dije:
- Míreme bien y fíjese en lo que me va a contestar: la señora Stevens, ¿tomaba el whisky con hielo o sin hielo?
-Con hielo, señor.
-¿Dónde compraba el hielo?
- No lo compraba , señor. En casa había una heladera pequeña que lo fabricaba en pancitos. - Y la criada casi iluminada prosiguió, a pesar de su estupidez.-
-Ahora que me acuerdo, la heladera, hasta ayer, que vino el señor Pablo, estaba descompuesta. Él se encargó de arreglarla en un momento.
Una hora después nos encontrábamos en el departamento de la suicida el químico de nuestra oficina de análisis, el técnico retiró el agua que se encontraba en el depósito congelador de la heladera y varios pancitos de hielo. El químico inició la operación destinada a revelar la presencia del tóxico, y a los pocos minutos pudo manifestarnos:
- El agua está envenenada y los panes de este hielo están fabricados con agua envenenada.
Nos miramos jubilosamente. El misterio estaba desentrañado.
Ahora era un juego reconstruir el crimen. El doctor Pablo, al reparar el fusible de la heladera (defecto que localizó el técnico) arrojó en el depósito congelador una cantidad de cianuro disuelto. Después, ignorante de lo que aguardaba, la señora Stevens preparó un whisky; del depósito retiró un pancito de hielo (lo cual explicaba que el plato con hielo disuelto se encontrara sobre la mesa), el cual, al desleírse en el alcohol, lo envenenó poderosamente debido a su alta concentración. Sin imaginarse que la muerte la aguardaba en su vicio, la señora Stevens se puso a leer el periódico, hasta que juzgando el whisky suficientemente enfriado, bebió un sorbo. Los efectos no se hicieron esperar.
No quedaba sino ir en busca del veterinario. Inútilmente lo aguardamos en su casa. Ignoraban dónde se encontraba. Del laboratorio donde trabajaba nos informaron que llegaría a las diez de la noche.
A las once, yo, mi superior y el juez nos presentamos en el laboratorio de la Erpa. El doctor Pablo, en cuanto nos vio comparecer en grupo, levantó el brazo como si quisiera anatemizar nuestras investigaciones, abrió la boca y se desplomó inerte junto a la mesa de mármol. Lo había muerto de un síncope. En su armario se encontraba un frasco de veneno. Fue el asesino más ingenioso que conocí.


* Roberto Arlt: escritor argentino (Buenos Aires 02/04/1900 – Bs. As. 26/07/1942). Novelista, cuentista, dramaturgo, periodista e inventor.
Entre sus obras más conocidas podemos mencionar: Los siete locos, El lanzallamas, El juguete rabioso y Aguafuertes porteñas entre otras.


Vocabulario (frases y palabras)

Coartada: Argumento por el cual no puede ser culpable alguien por hallarse en el momento del crimen en otro lugar
Presume: (presumir) Sospechar, juzgar o conjeturar algo por tener indicios o señales para ello
Adiciones: Sumas.
Entradas y salidas: Dinero que se ha gastado (salido) y dinero que se ha cobrado (entrado)
Cianuro de poteasio: Tipo de veneno.
Congruentemente: Convenientemente, lógicamente, coherentemente.
Presunto: Supuesto
Designado: Que ha sido indicado para realizar algo.
Sumario: Exposición escrita en la que la policía detalla algún caso. En ella se indica el delito, el contexto en el que fue cometido y él y los posibles culpables si se los hubiera identificado.
Indicio: Pista
Sugestivo: Atrayente, que sugiere algo.
Bribones: Holgazanes, pícaros.
Procurador: Profesional del derecho que, en virtud de apoderamiento, ejerce ante juzgados y tribunales la representación procesal de cada parte
Chantaje: Extorsión, presión que se ejerce sobre alguien, amenazas.
Corredor: Comerciante que actúa vendiendo o comprando por cuenta de manera ambulante.
Dopado: Drogado, que se encuentra bajo el efecto de fármacos.
Labores groseras de la casa: Tareas domesticas “pesadas”.
Engranada: Enlazada, trabada, metida.
Verificar: Comprobar o examinar la verdad de algo.
Hipótesis: Suposición que se establece de manera provisoria y que va a tratar de probarse mediante una investigación.
Conjetura: Idea que explica ciertos acontecimientos. Idea que se construye a partir de ciertos indicios y observaciones.
Sagacísimo: Muy sagaz./ Sagaz: Astuto, muy vivo e inteligente.
Cavilaciones: Pensamientos.
Atónito: Pasmado o sorprendido por un suceso sumamente extraño.
Desentrañado: Resuelto.
Desleírse: disolverse
Anatemizar: Maldecir a alguien por acusarnos de algo.
Síncope: Pérdida repentina del conocimiento debido un paro cardíaco.

martes, 30 de septiembre de 2014

TP Osvaldo Bayer Fecha de entrega 3 de Octubre

jueves, 21 de agosto de 2014

Usos de la C, la S y la Z

Usos de La c La s y La z by samaisurense

Usos de la V y la B

Usos de La v y La b by samaisurense

miércoles, 23 de julio de 2014

Trabajo práctico para la Feria MAD 2015

Aviso y cronograma de lecturas sobre género dramático.

Chicos:

Ya están publicadas las 11 obras de teatro (cortas) que leeremos al regreso de las vacaciones de invierno.
Para el primer martes (05/08) que nos reencontremos deberán traer leídas las dos primeras obras: "Un futuro músico" y "Hombre que ladra no muerde"

Cronograma de lecturas:

Clase del martes 05/08:

Un futuro músico
Hombre que ladra no muerde

Clase del viernes 8/08: 

¡Que pase el que sigue!
Mucho ruido y poco comido

Clase del martes 12/08:

Hay una sopa en mi mosca
Un programa con los sucesos de la semana.

Clase del viernes 15/08:

Los idiomas de la tele
Doña Matilde

Clase del martes 19/08:

El destino que intenta alcanzar se encuentra congestionado

Clase del viernes 22/08:

Atrás hay lugar
Al pan pan.


Material de lectura complementario: Obra "Un futuro músico"

Material de lectura complementario: Obra "Hombre que ladra..."

Material del lectura complementaria: Obra "Que pase el que sigue"

Que Pase El Que Sigue by samaisurense

Material de lectura complementario: Obra "Mucho ruido y poco comido"

Material de lectura complementario: Obra "Hay una sopa..."

Materiial de lectura complementaria: Obra "Un programa con..."

Material de lectura complementaria: Obra "Los idiomas de la Tv"

Material de lectura complementaria: Obra "Doña Matilde"

Material de lectura complementaria: Obra "El destino que intenta alcanzar..."

Material de lectura complementaria: Obra "Atrás hay lugar"

Material de lectura complementaria: Obra " Al pan pan"

martes, 15 de julio de 2014

Unidad 4 - Género dramático

Esperen que termine de cargar la página para visualizarlo.

sábado, 5 de julio de 2014

QUEDAN SOLO 2 DIAS! Muestra SENTIR EL AULA
Familias y generaciones que dialogan en la muestra y nos dejan significativos comentarios en nuestro libro de visitantes!
Los esperamos hoy y mañana de 14 a 19 en VENEZUELA 469.


Fotografía subida a la página de facebook del Museo de las escuelas. Por la letra imagino que es una mensaje dejado por Camila Olivera y su papá, ¿es así Cami?

martes, 1 de julio de 2014

Tarea para el viernes 04/07

viernes, 27 de junio de 2014

Museo de las escuelas

Estimadas familias: 

Se les informa que desde la materia de Prácticas del lenguaje se trabajará en la M.A.D (Muestra Anual Dolto) con el siguiente tópico: La escuela argentina de mediados del Siglo XX. Por este motivo, se les solicitará a los alumnos concurrir al MUSEO DE LAS ESCUELAS a visitar la muestra "SENTIR EL AULA, AFECTOS Y EFECTOS DE LA EXPERIENCIA ESCOLAR". 

La misma podrá visitarse hasta el día 6/07 ya que el Museo de las escuelas es un museo itinerante que va variando sus propuestas de una muestra a otra. El objetivo de la visita será que los alumnos recolecten información escrita y visual durante su visita (tomando apuntes y sacando fotografías) que será utilizada posteriormente en la producción del stand que presentaremos en la feria M.A.D, así como también que conozcan la escuela de sus padres y/o abuelos y puedan acercarse a las experiencias escolares de antaño (desde el uso del mobiliario, los libros escolares con los que se dictaban clases, los juegos que los alumnos de entonces jugaban en los momentos de recreo, etc.) 

 Creemos que es una propuesta enriquecedora para nuestros alumnos y una linda oportunidad para que ellos compartan un momento en familia con padres y/o abuelos. Cordialmente Dirección del Colegio Francoise Dolto y Prof. Cecilia Fiori

Datos útiles: 

MUSEO DE LAS ESCUELAS 
Dirección : Venezuela 469 CABA (Espacio Virrey Liniers) 
Días: De Martes a Domingos de 14 a 19 hs. 
Mail: museodelasescuelas@bue.edu.ar 
Valor de la entrada: 5 pesos

jueves, 12 de junio de 2014

Simpsom Mano de mono

Este es el capítulo que recrea el cuento leído en clase.


lunes, 5 de mayo de 2014

Literatura complementaria (Unidad 2: Poesía)